jueves, 28 de noviembre de 2013

El ahorro

Quien guarda el dinero ahorra.
     Todos los factores económicos surgen de la fuente financiera que supone el ahorro del trabajo, propio o ajeno, convertido en dinero. Cada cien euros ahorrados suponen al menos un día de trabajo de cualquiera que hubiera trabajado.
     Es ese ahorro al que ahora se le llama inversión financiera.
     Este ahorro-inversión, ha venido a sustituir lo que antes eran los bienes de inversión que luego exigieron sus rentas y a abandonar la costumbre de acumular pequeños capitales que eran prestados por un determinado interés.
     Esas rentas y esos intereses vuelven a salir del trabajo.
     El nuevo sistema económico se ha basado en conseguir plusvalías, si no del trabajo directamente, quizás cada vez haya menos proporción de trabajo al que se le puede sacar excedentes, sí indirectamente del trabajo acumulado, es decir: del ahorro, algunas veces, un ahorro que tiene sus raíces en el albor de los tiempos y en el sudor de otras gentes.
      La inteligencia del sistema que hace unos treinta años se moría, comprendió, que con los cambios sociológicos y económicos que se estaban dando con un importante y necesario crecimiento de la clase media, quienes tenían capital no solamente eran los capitalistas propiamente dichos, sino que había un espectro más amplio de la sociedad, a cuyas gentes y trabajo, difícilmente se les puede explotar directamente, pero que sin embargo podía generar plusvalías a través de sus pequeños capitales.
      Para eso hubo de fomentar el ahorro en grandes cantidades en  una base mucho más amplia de la población y con una disciplina y método que hiciera previsible y constante su afluencia.
El ahorro es el soporte sobre el que se justifica el sistema y lo propaga como una planta que es alimentada desde sus raíces insertas en el tejido y en la conciencia social y de la que nacen y crecen miles de ramas que esconden su tronco principal.
      La base sobre la que se asienta es esa propensión cultural que tiene el género humano de:
      ·         Acaparar mucho más de lo que necesita,
      ·         Disponer de mucho más de lo que va a poder utilizar,
      ·         Tener mucho más de lo que nunca podrá gastar
      ·         Ser dueño de casi tanto como lo que se pueda imaginar.
      ·         Creerse un poco más que sus semejantes.
      Esa ambición por llegar a tener mucho más de lo que ninguna persona fallecida se va a poder llevar al cielo y que nos hace ser un poco egoístas y avariciosas y llegar a ser agarradas y míseras.
      ·        Esa necesidad de tener seguridad en el futuro incierto, esa tranquilidad económica que presta tener las espaldas cubiertas.
      ·        Ese orgullo por dejar posibles a la descendencia quizás con la vana esperanza de que nos guarde memoria.
      ·        Esa manera de ser con la que se pretende ser una persona ejemplar y honrada que cumple con las buenas costumbres sociales.
Desde este punto de vista con tantas virtudes y buenos propósitos, la persona que ahorra y que trabaja tanto o hace trabajar tanto a otras, la persona que acumula el valor del trabajo para que no lo pueda disfrutar otra, es un peligro social.
      ¡Cuánto trabajo tienen comprado para recepcionar mañana!
      Sin embargo el ahorro tiene una importancia vital en nuestra civilización porque quien tiene el poder, siempre necesita al lado a quien tiene el arcón con las riquezas puestas a su disposición.
      ·        El ahorro es una religión.
      ·        El ahorro es la argamasa con la que se une a la sociedad.
      ·         La fuerza de seguridad en el futuro es el ahorro.
      ·         La estabilidad futura se
asienta en el ahorro presente.

      El ahorro es trabajo acumulado y la explotación viene al amparo del ahorro porque hubo quien fue capaz de meter en una bolsa el trabajo ajeno. ¿Cómo es posible que en sus cuentas corrientes o depósitos a plazo tengan el trabajo acumulado de tantas personas? ¡Más hubiera valido que se lo hubieran gastado en lo que fuera o mejor todavía que no hubieran trabajado tanto y se hubiera dejado de inventar trabajos!
      Antes era más habitual el ahorro que se arrastraba de generación en generación a través de la aceptación de las herencias y que ya era el punto de partida de desigualdades sociales difíciles de superar.
El ahorro en otras ocasiones se construye de distinta manera.
      Ha ocurrido algunas veces que alguien tiene un piso que lo compró cuando era joven y pudo meterse en esa trampas que le costó tres millones de pesetas y pasados los treinta años lo ha vendido por 180.000 euros. He sacado cuentas y compruebo que con la especulación del piso ahorró de repente diez veces lo que le costó, que es mucho más de lo que había conseguido ahorrar con su trabajo desde entonces.
       Aunque estas ventas de oportunidad son especulación pura y dura, sin embargo, este ahorro una vez transformado en dinero también es trabajo, pero el trabajo de quien lo ha comprado, le va a pagar más de diez años de su vida laboral a quien lo ha vendido.
      Que en el mejor de los casos puede ser un amigo de su hijo.
      Nadie quiere pararse a pensar en este pequeño detalle.
      Cantidades ahorradas de esta manera han sido propiciadas por las circunstancias de los últimos tiempos.
 Antes eran los bancos, las cajas de ahorro y los montes de piedad los que fomentaban el ahorro entre la población en muchas ocasiones a costa de su miseria económica y moral. Un ahorro muy pequeño que en primera instancia estaba destinado a prestárselo a los gobiernos decían que para financiar las infraestructuras necesarias para tener trabajo y fomentar el progreso.
      Para muy poco sirvió entonces el ahorro.
      Pasado el tiempo en el que ya parece que no haya guerras, el grueso del gasto público de la mayor parte de los gobiernos civilizados consiste en el pago de las deudas pasadas y aunque parezca increíble en la preparación de las futuras guerras de paz.
      Quienes ahorraron y prestaron al gobierno en aquellos tiempos, indirectamente y en última instancia fueron los que propiciaron las guerras y las guerras las ganaron quienes más dinero tuvieron.
       No necesito recordar todas las guerras de principios del siglo XX.
El resultado real de los hábitos de ahorro de las sociedades más si cabe cuando se creen ricas, al final es el incremento del boato y de la pompa de las estructuras administrativas y burocráticas del estado al que presta. Con tanto gasto vano las economías de los estados se resienten y  han de conseguir dinero como sea para pagar lo que han de devolver y garantizar el cobro de los honrados ahorradores.
      Ya tienen excusa para subir los impuestos
      Luego todas las grandes crisis llegan porque entran en quiebra los gobiernos y por ende los estados.
      Un poco de lo que estamos viviendo en estos tiempos.
También se puede pensar que el ahorro, por mediación de los bancos y cajas, se ha invertido en empresas industriales y de servicios o en financiar proyectos de emprendedores o de presuntos empresarios con las que se ha tratado de generar trabajo.
       Este aspecto parece más loable.
       Pero ya vemos que cada cierto tiempo, ahora mismo lo estamos viviendo, una parte importante de estas empresas, emprendedores y empresarios deben cerrar sus negocios porque sus productos, sus servicios o sus ideas han resultado innecesarios.
       Después de un gran esfuerzo, se habrá desviado un considerable volumen de trabajo por caminos por los que no llegará placer a nadie.
       Porque todo será un fracaso.
      Porque el sistema se basa en el fracaso, sobretodo en el fracaso del mundo del trabajo que es el que más siente la pérdida de empleo. Y cuando observamos al empresario como fracasado también le consideraremos víctima de una desgracia inmerecida.
      Más valía que nadie hubiera ahorrado y lo hubiera financiado.
La sociedad, el mundo, el planeta, la humanidad, se ha de reconvertir en austera porque gastar significa dilapidar trabajo y esfuerzo, y en esa austeridad creo que se ha de desterrar el ahorro.
      Quien cree en el progreso no puede renegar de esta austeridad, y si cree que hay que seguir aprovechando los ahorros de otros y para ello ha de respetar íntegramente sus derechos, en realidad pretende mejorar el sistema para que nada cambie y para que se sigan inventando trabajos con los que llenar los calderos de sus intereses.

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