domingo, 31 de marzo de 2013

¿Y ahora qué?


El otro día estuve en casa de un amigo charlando un rato.
Su hijo se sienta a la mesa en la que estoy discutiendo con otras personas de mi edad que defienden estas ideas que han defendido siempre y que yo las rebato porque además de haberse demostrado inútiles ya están agotadas. El muchacho escucha lo que digo quizás para ver de buscar en sus propias conclusiones alguna respuesta y seguro, porque se pasa un buen rato viendo como a mis amigos los saco de quicio en una batalla de palabras.
Al poco rato, quienes estaban conmigo cansados de discutir se levantan. Entonces el muchacho puesto de frente a mí me pregunta un par de cosas a cuenta de los últimos pasos que tiene que dar para finiquitar un negocio que ha tenido en los últimos años y con el que ha fracasado sin entender todavía el porqué.
Aquel negocio con el que tenía un objetivo principal que era crearse y mantener su propio empleo en el pudiera ganar un salario de supervivencia le ha dejado en este punto de su vida un tanto perdido en el mundo y sin saber muy bien qué hacer, y a pesar de ser muy joven, ya se siente un poco viejo y un poco fracasado.
Con sus preguntas quiere solventar algunas de las dudas que le tienen confundido. Trata de definir y vislumbrar su propio futuro que tan deprisa como corren sus aspiraciones y deseos no los alcanzan. 
Yo le contesto tratando de trasmitirle tranquilidad y confianza.
Él me responde tratando de explicar y justificar lo que para mí no necesita explicación ni justificación. Hace tiempo que ya estoy de vuelta de muchas situaciones como la que está pasando él y creo que no tiene por qué demostrar a nadie que es inocente.

Ya caliente la conversación le pregunto:
- ¿Y qué vas a hacer ahora…?
- Estudiar,
- ¿Estudiar para qué…?
- Bueno primero voy a ponerme a buscar trabajo.
- ¿Buscar trabajo para qué…?
- Bueno de algo tendré que comer.
- ¡Que te alimente tu padre...!
Cualquiera puede pensar que lo que le estaba tomando el pelo o en caso contrario que le estaba mal aconsejando y que lo que le dije no tiene ni pies ni cabeza pero eso no es cierto.
Puede que sean cosas mías.
La verdad es que eso es lo que hay para que quien lo quiera entender lo entienda. No creo que sea buen camino para la juventud que siga estudiando siguiendo los conductos reglados para buscar trabajo, ni que busque un trabajo que en la medida en que lo encuentre y lo realice: más piedras se tirara a su propia cabeza.
La juventud no se puede dejar arrastrar por nuestras palabras cuando van cargadas de consejos viejos. No se puede dejar engañar bajo ningún concepto por ese estado psicológico en el que nosotros también nos encontramos deambulando perdidos en el mundo de nuestras buenas intenciones. No somos conscientes de que les empujamos para que se inicien en una vida en que han de pelear sin sentido y sin ninguna clase de suerte.
Creo que quienes se espera sean los siguientes en sustentar el sistema, se han de negar a alimentarlo, y para ello, no les queda mejor estrategia que aguantar en casa de los padres, esperando a ver qué pasa, a que se arregle todo y mientras, las nuevas líneas maestras de un nuevo sistema se vayan recomponiendo.
Los jóvenes no pueden aceptar la herencia que les dejamos.

Es el problema que tiene esta gente joven se está radicalizando y profundizando cada día que pasa y tiene muy difícil solución si no analiza en toda su extensión:
- En la escuela trataron de que aprendiera cosas que no entendían y que eran absolutamente inútiles para la vida ni para la felicidad de sus pocos años. Materias que siendo ya mayores se pueden aprender en un rato si  es necesario en un momento determinado.
- Una parte de la juventud que pasa por el sistema educativo, abandono escolar o fracaso escolar al sistema no le importa puesto que está previsto que ellos serán el carbón de la fragua del sistema. 
- En la escuela no les enseñaron a pensar ni a ser libres.
- Desde la severidad que se le supone al enseñante, les educaron en la disciplina y la obediencia y los hicieron temerosos de tomar cualquier camino que no fuera el que ya estaba marcado.
- La gran mayoría de esta juventud ya en la adolescencia se dio cuenta de que lo que había estudiado no servía para nada. Por eso abandonaron los estudios más pronto que tarde. Si algunos los acabaron la verdad es que tampoco les sirvió de nada y a los que les sirvió fue para seguir sembrando por mucho tiempo la semilla de los triunfadores.
- Sobre todo en el entorno familiar, durante la adolescencia les acostumbraron a mantener viva la ilusión en cosas que todo el mundo sabe que son falsas. Como si fueran tontos. Alimentando sus dudas para que nunca abrieran los ojos por su cuenta no fuera a ser que descubrieran por sí solos que los tontos no eran ellos que eran otros.
- Ahora la gente joven tienen que aprender de verdad a valerse por sí misma, y aún siendo consciente de esta realidad que sufre, no puede empezar buscando un trabajo que no existe, y que si existe alguien lo va a aprovechar nada más que para dar de comer a su propio ego.
- Ha llegado un momento en el que no le merece la pena estudiar para encontrar un trabajo, ni siquiera es un buen propósito vital buscar un trabajo en el que malvender lo único que tiene y le interesa, el tiempo. su tiempo.
- En el galimatías de tener que formarse para encontrar trabajo la juventud se ve abocada a estudiar siguiendo los mismos criterios y las mismas bases con el que el sistema ya les hizo fracasar, y cae en la trampa de reengancharse con el bachillerato.
- En ningún momento se le ha mostrado a la gente joven  las dificultades que tiene el sistema para ganarse la vida y solamente se han preocupado de mentalizarlos que antes o después tendrán que ponerse a trabajar como todos trabajamos antes.

No me equivoco si aseguro que en el entorno que hemos creado con este sistema financiero cuya esencia vital implica tener que trabajar hasta la extenuación con la seguridad de que por mucho que se trabaje no se garantiza nada y que trabajando hasta las últimas consecuencias, es decir hasta la ruina total, no hay ninguna posibilidad de que ningún joven pueda montar un negocio con el que crear su puesto de trabajo.
A la gente joven, el sistema, desde las estrategias financieras ha dispuesto que antes de empezar a trabajar en una competencia a muerte con sus iguales ya tienen que pagar mucho más de lo que ellos van a tener posibilidades de disponer.
Aunque cada día les recordamos a ellos, a los más jóvenes, que les hemos dejado todo hecho, la juventud se tiene que poner mano sobre mano a no hacer nada y pensar las maneras en las que puede y vivir su vida con humildad y modestia,  sin los grandes anhelos y ambiciones que adornaron a sus padres que no les dejaron más herencia que dejar a sus hijos entrampados de por vida.
Nosotros les hemos dejado un sistema que explota a los jóvenes en nuestro beneficio que de tanto decir que los hemos criado entre algodones no queremos reconocer que los hemos dejado indefensos y están penados aunque no hayan cometido ningún crimen.
Para calmar nuestras equivocaciones les hacemos representar a los jóvenes la obligación de que sean los aprendices de lo que nosotros no aprendimos y lo aprendan y les conminamos para que adquieran las experiencias que a nosotros no nos han servido para nada, si acaso para hacernos mucho peor que los que son ellos.

.      Hoy es muy fácil adivinar la situación real.
En el bloque en el que yo vivo a diario, cuando subo y bajo por el ascensor me puedo encontrar con personas que sabes que están jubiladas desde hace años con una buena paga y que están ahorrando. Otras veces me cruzo con personas que hace unos años compraron el piso, quién sabe si por cincuenta o sesenta millones de pesetas, porque creyeron en el sistema que les ofrecía hacer realidad sus deseos, y que estoy seguro que andan que no le llega la camisa a tapar el culo para pagar la hipoteca, aunque sin embargo, todos lo meses aportan la parte correspondiente de la jubilación de la primera.
Esta situación es imposible que se pueda alargar mucho tiempo.