domingo, 21 de abril de 2013

Las clases sociales

 
Clase alta, clase baja y clase media.
Una división sencilla en la que las sociedades basan su cohesión y su estabilidad con arreglo a cánones histórico con los que se le trata de dar un carácter de natural. Entre ellas pudiera ser, que un conflicto social al que llaman lucha de clases esté latente. No importa.
Procurando la convivencia de las tres, se consigue en gran medida una melosa paz social. En ese procurar se trata de conservar una clase media solvente y orgullosa de sí misma y de que puede sacar la cabeza fuera del agua y saber alimentar a una oscura burocracia discretamente infiltrada en la sociedad que actúa como adormecedora.
Todo un teatro en el que cada cual interpreta su papel.
Antes se pensaba que el pueblo era aquella parte social que estaba subyugada al poder y que luchaba con su fuerza contra su fuerza hasta llegar a tomar el poder. Luego fue el poder quien de manera indiscutible argumentó que representaba al pueblo.
Hoy el pueblo no existe: existe el poder y quienes viven del poder.
El poder es el del pueblo y es el pueblo quien lucha contra el poder.

En un trabajo titulado Crisis total, realizado a finales de 2008, dejé escrito un acercamiento sobre cómo se reparte el poder político y económico en esta última etapa histórica que he vivido y en el entorno económico que conozco.
Reproduzco un extracto que puede servir de introducción.
Si pretendemos diseccionar el poder político de estas sociedades en las que vivimos y a las que hemos dado en llamar democráticas porque se legitiman desde elecciones universales, si analizamos sus prácticas y sus decisiones en la medida en la que benefician a unos y otros, mal que nos pese, debemos hacer este estudio de la realidad social, quizás, desde un punto de vista poco académico: en función de los intereses individuales, del aprovechamiento económico que hacen los ciudadanos de la legalidad existente y de las decisiones que promueve el poder. Si tratáramos de hacerlo desde el análisis de los intereses colectivos, perderíamos el tiempo.
Los bloques en los que podemos dividir las sociedades actuales y que son los que determinan las tres clases sociales existentes son:
 
 
     1ª Quienes tienen el poder.

No se les conoce.
Casi nadie sabe con seguridad quienes son los que tienen el poder real en el sistema, A veces parece ser unos y luego resulta que son otros y casi siempre ocurre que son los que menos te esperabas. Pero quienes ejercen el poder existen y existen relucientes como las estrellas en el firmamento aunque a casi ninguna de ellas identificamos, y como ellas, juntos, tienen una fuerza  piramidal absoluta aunque quede oculta tras los nubarrones.
El poder hace y deshace a su antojo sin que haya límites establecidos, y si existen esos límites y alguien los reclama,  los pueden saltar con nuevos reglamentos que los anulen, los excepcionen o los permitan... o si es necesario: con solemnes declaraciones que aclaren los equívocos... o manteniendo en secreto sus hazañas.
En todo caso el poder puede cambiar los límites establecidos.
Los poderosos brotan y rebrotan en las elecciones, pero no son unas elecciones abiertas y para ejercer su poder han sido elegidos por unos partidos y partidarios juramentados en no tocar ni un solo pelo del sistema del que emana todo su poder absoluto.
Entre quienes tienen el poder existe un llamado reparto de papeles donde no quedó nada escrito que desparramados en lagunas estancas flotan al nivel que corresponde a cada cual y que se establece tácitamente sin apenas mediar palabra.
 Entre unos y otros se mantiene un equilibrio entre: lo que el de arriba debe al de abajo y lo que depende quien está abajo del que está arriba... siempre desde la idea básica de que donde hay patrón no manda marinero.

2 ª Quienes viven del poder.
Son legión  y nadie se reconoce entre ellos.
Se disimulan abusando a veces del derecho de crítica.
Se pasan la vida llorando y preguntando al aire por lo suyo.
Aunque sin lugar a dudas es un arte, han de trabajar duramente en la ceremonia y el aspaviento que han de hacer para que el poder que ellos mantienen, se mantenga. De las migajas del poder se alimentan frugalmente, incluso cuando también sus frutos llegan a ser su único medio de vida. Y se alimentan de un suero viscoso que llevan a la boca con dos manos sin importarles quién tienen al lado. 
Viven callados, silentes, como avergonzados, haciéndose los inocentes mientras sus falsas verdades, sus dogmas se cuelan en la sicología del sistema. Están siempre alerta y sigilosos, atentos a la defensa de su amo y señor.
Si en unos momentos concretos, hay entre ellos quien está en contra de lo que representa el poder presente, lo está en apariencia porque igualmente sostiene al poder para que no caiga y cuando el poder pase a manos de los suyos esté en perfecto ejercicio.
 
3ª Quienes están al margen del poder.
Estos son los que están pagando el pato durante toda su vida.
Si hablan no se les oye si se les oye no se les escucha.
Se han de buscar la vida por su cuenta sin que ningún poder se preocupe por su fortuna. No reivindican derechos ni aseguran su futuro. No hay convenio que limite su horario ni siente los mínimos de su salario. No les queda otro remedio que seguir haciendo su servicio a la actividad porque si paran no solamente paran la actividad que realizan sino que también detienen la suya propia y eso representa su ruina. Tampoco hay protección oficial que les llegue a amparar jamás. Su bolsa vacía es el recurso más socorrido para arrancar el dinero con el que pagar las costas.
No hay ayuda ni subvención que les llegue.
Ni siquiera sus hijos si son buenos estudiantes se pueden beneficiar de una beca porque sus ingresos, ya sean tan altos y o tan bajos que ni siquiera los declaran, se lo impiden con arreglo a los reglamentos, por tanto, sus hijos, por culpa de sus padres, han de vivir con menos derechos que el resto de los hijos.
Este segmento social personalmente ya no hace preguntas porque sabe que no recibirán como respuesta más que mentiras.
Solamente trabaja cuando puede, cuando se lo busca.
Como no tienen ni portavoces ni altavoces pagados por el común, son los más criticados y atacados por el sistema y no protestan porque saben que no les vale de nada.
Esta es la realidad política en la que se dividen las sociedades actuales con un corte transversal totalmente interclasista.
Que nadie se llame a engaño:
Hoy ya no existe la división en clases que se definió en el siglo XIX cuando incluso a nuestros abuelos les llevaba a las revoluciones y a las guerras... y desde esta división se ha alcanzado todo tipo de dictaduras en anteriores décadas.
Una división horizontal aquella, que no era humana ni razonable socialmente, en la que de alguna manera todos se conformaban con su suerte y como una determinación del destino. Una división que tampoco afectaba a toda la población pero en la que pudiera ser que cada cual sabía en qué nivel  se encontraba y era difícil pasar de uno a otro y mucho menos hacia arriba.
Ahora con esta nueva división en torno al poder y su beneficio económico particular que entiende legítimo cada elector en el ejercicio de su poder, a la misma dictadura le llaman revolución democrática o estado de derecho.
Dictadura de la minoría mayoritaria.
Los ciudadanos no saben qué hacer ante esta situación de CRISIS TOTAL que nos invade y conocen y que por las nuevas circunstancias que ha traído ya no saben concretar en qué escalón de la división horizontal están a cada momento que pasa. Tampoco saben esquematizar qué les corresponde en función de esa posición que ocupan. Todos han perdido el norte y la estrella polar que seguían parece haberse convertido en su estrella de la mala suerte.
Casi todos piensan que está fuera de la órbita en la que se siente el calor del poder y que los que se alimentan calientes son otros. A pesar de todo, todos sostienen al poder puesto que piensan que cuando estén los suyos, entonces serán ellos los que vivan del poder.

Vivimos tiempos en los que cualquier salida puede ser buena, incluso aquella en la que nunca se hubiera pensado y esta estructura de poder en la que todo el mundo trabajaba sin saber en qué ni para qué y que ahora está quedando totalmente desubicada, Creo que se puede modificar sustancialmente si desde la base social nos concienciamos con una nueva concepción del TRABAJO.