En capítulos anteriores he
explicado esquemáticamente la división de las rentas de los factores que hacen
posible la actividad económica en estos tiempos y su aplicación real en el
mundo en el que vivimos.
El trabajo es uno de los
factores que aparecen en los dos esbozos.
Si bien se necesitaría de
muchas más explicaciones para entender su complejidad, espero sin embargo que sintéticamente,
estos dos cuadros sean suficientes para entender que en el fondo, todos los factores
pueden ser determinantes para esa actividad económica general que mueve el
mundo, pero creo que es necesario dejar patente que el único factor que en
realidad no solo es determinante sino imprescindible es el trabajo.
Sin el factor trabajo nada
es posible.
·
Las
inversiones necesitan del trabajo para que físicamente sirvan para algo y
tengan un valor, porque en ellas se produce, y es en ellas donde tiene
actividad económica.
Necesitan del trabajo para rentabilizarse
y que no queden yermas.
Sin trabajo ni se
levantan, ni se ponen en marcha, ni se
le da vida.
·
El
capital necesita del trabajo que lo mantenga en movimiento y para que en ese
rotar no pierda su valor en el mercado como lo pierde si se desactiva o
decrece.
Este circular sirve para
poder comprar las voluntades de cualquier otro de los factores que intervienen
entre ellos: el trabajo.
·
Los
gestores necesitan cantidades ingentes de trabajo en movimiento para
adjudicarlo y gestionarlo porque en otro caso no podrían ordenar más que las
nubes del cielo.
Las mayores labores de gestión
se dedican a los recursos del trabajo.
·
El
Estado necesita del trabajo para conformar su ser, con sus fuerzas de seguridad
y su aparato burocrático, y para alimentarse con los impuestos que impone sobre
las rentas salariales, aquí y allá en una actividad económica que activa solamente
el trabajo.
El germen inicial del que
nacieron el resto de los factores de renta fue el trabajo. Con el paso del
tiempo y de las circunstancias y brotando alrededor de esa primera semilla se
han ido acumulando en las manos de una pequeña parte de la sociedad todo el
trabajo que se ha arrancado a la humanidad desde el origen de los siglos.
La total composición de
todos los factores es trabajo acumulado.
Sin embargo hay dos realidades
que los tiempos modernos han conseguido que se queden ocultas y que son:
·
Para
la gran mayoría de los trabajos que se realizan por las personas física, manual
o intelectualmente, no son necesarias ni inversiones, ni capital, ni nadie que
los gestione, ni que el Estado los organice y controle.
·
Solamente
con el trabajo se puede satisfacer la gran mayoría de las necesidades humanas
de bienes y servicios. Debidamente organizados los podríamos prestar desde la
base de la sociedad sin que nadie más haya de intervenir.
Con estas dos realidades
debieran de trabajar la ingeniería social,
Sin embargo estos trabajos más
sencillos y elementales son los que llevan tiempo tratando de convertirlos en
mercancía si no los han convertido ya. Estas labores, tratan de sacrificarlas
sustituyéndolas con otros empleos en los que sea necesario que intervengan en
mayor medida los otros factores, ocupaciones en las que el factor trabajo quede
marginal y sea de escasa capacidad.
Por eso, todos los demás
factores que intervienen en la economía tratan por todos los medios de tener directa
e indirectamente un control férreo sobre el factor trabajo. Deciden todo en
cuanto lo que concierne a su necesidad económica, a su obligación desde el
punto de vista social, a las leyes que le afectan, a sus condiciones de precio
y a su logística y almacenamiento.
Son muchas las herramientas
que utilizan las inteligencias del sistema para desde la realidad social más
precaria enfrentar entre sí a quienes viven de vender su trabajo. Con sutileza
y gran penetración se muestran situaciones antagónicas a las gentes que tratan
de vender su trabajo que le hacen creerse enemigos entre ellos.
En cada una de estas
estrategias de enfrentamiento, en la que cada cual puede estar en un momento
determinando según sea su actitud ante el trabajo en uno de los frentes, los
discursos del sistema que no saben del trabajo, tratan de demostrar la
dificultad de generar empleo desde la iniciativa privada, y así, para recabar
el apoyo de los unos o de los otros. De esta manera en la que las dificultades
parecen insalvables por la necesidad de tener empleo los unos antes que los
otros pueden tener a la mano de obra sometida bajo la bota de la incertidumbre
en un sálvese quien pueda.
·
La
oferta y demanda de trabajo.
·
Los
empleados y los parados y los fijos discontinuos.
·
La
división y la remuneración del trabajo.
·
Los
cotizantes y los receptores de jubileos.
·
Los
funcionarios y los privados.
·
Los
de cuenta propia o por cuenta ajena.
Es igual, a todos ellos los
desiguala el trabajo.
Y todos estos aspectos los
enfrentan.
El factor trabajo basa su
defensa en unas leyes que al final acaban siendo absolutamente perjudiciales
para quienes trabajan y para los que no tienen trabajo. Unas leyes que no
cuestionan el trabajo en sí mismo y que lo reconocen como un derecho pero que
si a alguien no se le respeta no tiene
más consecuencias que la de estar parado.
La gran mayoría de la
población no necesitamos más que el trabajo de las demás personas en la medida
de sus capacidades para atender todas nuestras necesidades y no necesitaríamos de
nada más que de nuestro trabajo para tener derecho a satisfacerlas.
Hay que comprender esta
realidad en toda su extensión.
Los sindicatos no son
capaces de ir más allá de lo que ellos llaman los derechos de los trabajadores.
Hemos de dotar al trabajo de esa capacidad de organización de sí mismo como el
factor determinante de la actividad económica, de la misma manera que el
capital tienen sus bancos centrales para defender sus intereses, la tierra tiene
el recurso de la propiedad privada para que nunca se ponga en cuestión sus
derechos, y de la misma manera que los políticos tienen la democracia para dar
legitimidad a sus chanchullos.
Estoy convencido y a partir
de ahora voy a tratar de demostrar que si entre las gentes nos servimos y nos
hacemos las cosas las unas a las otras atendiendo las necesidades básicas de
todos, y si todas y cada una de las unidades sociales de trabajo que se
pudieran habilitar excluyendo las labores ficticias y todas estas unidades se
organizaran para hacer las cosas más imprescindibles para la vida, no necesitaremos
más factor que el trabajo para poder vivir al nivel en el que todos nos
confabuláramos solamente con nuestro trabajo.
Es la estrategia que hemos
de adoptar.
Y quien quiera ir más allá
que vaya si puede.
El trabajo lo es todo y todo
lo que se hace, se hace tan solo con trabajo y haciendo cada cual nuestra cuota
parte de trabajo nunca nos faltaría de nada y nos sobraría de casi todo.
Uno de los mayores problemas
que se encuentra para dar valor al trabajo es que siempre se identifica al
trabajo como un creador de riqueza que hay que explotarlo hasta la extenuación,
y se presupone que esta virtud es antagónica a que el mismo trabajo pueda ser
un creador de felicidad y de fuente de satisfacción de las personas.
Estas virtualidades no se
consideran riquezas.
Nunca se discute que se ha
organizado un mundo en el que la riqueza es solamente dinero y que la felicidad
y la satisfacción de terceros siempre tiene que ser a través del dinero.
La riqueza solamente es dinero,
bienes, poder.
La riqueza nunca se entiende
a las cosas intangibles y si alguien hace algo por alguien aunque lo haga más
grande no entra a formar parte de P.I.B. si no le han pagado un dinero
Porque la capacidad de esfuerzo
y el espíritu de superación son dos virtudes humanas dignas, que se han de
alentar y reconocer solamente como una preparación para el empleo o como un
mérito al trabajo y a los retos que impone el trabajo. Estas virtudes si se
tienen y practican a nivel personal no
merecen la pena.
Para poder imaginar lo
importante que es el trabajo, siempre pongo un ejemplo tan sencillo como
esclarecedor: si nadie fuera a trabajar a casa de los ricos: a limpiar sus
posesiones, a hacer la comida que colman sus mesas, a cuidar de sus niños y de
sus mayores, a hacer de amas de casa y de llaves… si nadie fuera a casa de los
ricos a serviles de; jardinero, chofer o guardia de seguridad, en un instante
se habían acabado los ricos y ya para nada les serviría todo su dinero.
Es el valor del trabajo de
ese trabajo al que no se le da ningún valor.
Un enemigo menos.