jueves, 17 de octubre de 2013

El dinero

Ya hemos visto cómo el dinero es el elemento que mueve desde la estratosfera financiera hasta las capas sociales más míseras.
      Si circula lleva vida a los diferentes niveles sociales.
      Su valor es el que determina definitivamente las grandes y las pequeñas decisiones y el sistema existe porque a las personas se les ha concienciado para que trabajen por dinero y para ganar dinero y que cuanto más trabajen más dinero pueden ganar.
      Si no: ¿por qué iban a trabajar?
      Y trabajar o no trabajar es una de esas decisiones del dinero.
      Aunque quien tiene dinero la mayoría de las veces no trabaja.
Creo que hay al menos tres maneras de entender el dinero y que viven en mundos distintos que parece no fueran comunicantes.
      ·  Todo se mide en valor de dinero en las lejanías del universo financiero. Utilizan para la medición unas cantidades de las que no es fácil imaginar su verdadero volumen y para despistar manejan los ratios y los coeficientes de tal manera que nadie puede saber cuántos ceros tienen en realidad las cifras de las que hablan.
      ·   La clase mayoritaria, que es la que sostiene el poder, aunque se queje cada día, es la que realmente tiene el dinero contante y sonante incluso en estos tiempos de crisis.
      Sabe qué es el dinero: lo entiende y lo teoriza.
      Lo cuenta y lo recuenta… y guarda por un poco de interés.
      Cuando ahorra poco es porque las cosas van mal.
     Y mide el grosor de su cartera comprobando cómo echa barriga.
      El dinero es en realidad el destilado de dignidad con el que ellos tapan las mentiras sobre la que se mantiene el sistema.
     Solventan sus conciencias haciéndose los pobres inocentes.
     * Pero también la vida se mide con dinero hasta en los lugares en los que la escasez hace muy fácil su medida: se precisa poco más que unas monedas. Un dinero que también fluye entre las miserias de las capas más pobres de la sociedad muchas veces rebajando la dignidad y vendiendo pena, y siempre estirando los billetes pequeños de uno en uno hasta llegar a hacer de un duro seis pesetas.
Para dibujar algunas de las distintas formas que existen de entender el dinero: cuando se habla dinero, voy a poner tres ejemplos sencillos que pueden representar buenas imágenes de lo que digo.
      ·   Para la primera  percepción de entender el valor del dinero en las alturas, no he encontrado mejor imagen que esta historia que escuché una noche en una emisora de radio, quizás, para justificar de aquellas maneras insólitas en las que se evidencian las cosas más inverosímiles. Alguien trataba de explicar por qué el valor de los jugadores de futbol era tan desorbitado pero que ese precio era intranscendente.
Dos amigos se encuentran después de muchos años sin haberse visto, se saludan y se entretienen un rato preguntándose cada uno por la vida del otro. ¿Qué tal te va…? ¡Bien muy bien...! ¡Y yo también muy bien…! ¡Bueno yo tengo un problema que no veo la manera de solucionarlo…! ¡Si me lo cuentas y te puedo ayudar..! Tengo un perro que quiero vender y chico no hay manera…! ¿Y cuánto vale el perro... que si no es mucho a mi no me importa comprártelo…? ¡Pues lo quiero vender en diez millones de pesetas…! ¡Ay bueno pero ese precio es mucho para mí, lo siento! Los dos amigos se despiden y da la casualidad que al poco tiempo se vuelven a cruzar de nuevo, y se vuelven a preocupar el uno por la vida del otro. Ay, por cierto, ¿ya conseguiste vender el perro..? ¡Sí, sí… ya lo vendí…!  ¿Y lo vendiste por los diez millones de pesetas…? ¡Sí, lo cambié por dos gatos de cinco millones cada uno…!
        Hay unos estadios en los que pareciera como que a la sociedad no le debiera afectar para nada cómo tratan con el dinero. Unos universos en que el valor del dinero no sirve de referencia para el resto de los mortales porque su valor parece que es absolutamente indeterminado y es como si estuvieran hablando de una colección de cromos o de hacer las transacciones con dinero falso.
       Pero esto no es cierto.
·   Para la segunda manera de entender el dinero, aquella que sostiene el poder y el sistema, voy  tratar de reproducir lo que me dijo un día un compañero de trabajo.
A lo largo de mi vida he observado a gentes a las que no les hacía falta de nada y que sin embargo se desvivían por dinero. El mayor sofocón les llegaba por unos céntimos. Para ellos siempre hay un derecho para pagar por cualquier cosa un poco menos que lo que piden, y no por necesidad o porque no lo puedan pagar, sino porque así es como se administra el dinero: el último duro siempre se lo ganan ellos. Nunca piensan que el dinero que ellos no pagan: el otro no lo cobra, porque el dinero de los demás no tiene ninguna importancia para ellos. Son personas para las que no hay mejor conversación  que aquella en la que aparezca el dinero: cuánto me costó, cuánto me ahorré  o cuánto saqué por aquello, cuánto tenía y cuánto tengo.
Yo he calculado que la media estadística son siempre tres mil euros,
 Y no se dan cuenta que hoy los tres mil euros no sirven para nada… que es mejor no tenerlos.
      Le dije yo para apagar su envidia.
      Desgraciadamente esta es una conducta muy extendida en la sociedad en personas que por sus adentros se creen más inteligentes y cabales que nadie. Una calaña social que trata cada minuto de defender su dinero como si alguien se lo estuviera robando y defendiendo el dinero mal pierden la vida entre sofocos.
·    También leo en algún sitio que no sé si será verdad o no, pero también es una imagen muy representativa de la realidad de las capas sociales más bajas.
En alguna ciudad hay dos iglesias en la misma avenida: una en cada uno de los extremos de su largura. En la puerta de la Iglesia más antigua la que está más cercana al centro de la ciudad una mujer mayor tiene allí reservado su sitio por unas horas como si fuera un derecho adquirido y respetado. Cuando recoge la manta de su colecta y cuenta cómo le ha ido el día se llega despacio a la puerta de la otra iglesia y pasa al lado de quien allí está pidiendo y le echa unas monedas en su canastilla. Es que la puerta de esta iglesia es peor que la puerta que de la iglesia en la que yo paso el día… que aquí pasa menos gente.
       Leí que decía la pobre.
       Son aquellas personas para las cuales el dinero tiene otro valor y saben sacarle chispas a la moneda de cincuenta céntimos y que a fuerza de penurias han aprendido a ponerla allí dónde hace falta y a  hacerse los despistados cuando no la tienen. Personas que sin tener un sentimiento de caridad ni de solidaridad, conociendo de las vicisitudes de la vida, son capaces de hacer lo que hay que hacer en cada momento sin importarles nada y menos que nada el dinero.
Estamos acostumbrados a escuchar estas cifras tan asombrosas que sirven para adornar las noticias en medio de la crisis, que nos parecen lejanas y que al parecer no nos afectan para nada. Cantidades de las que no nos hemos de preocupar porque nada nos concierne.
      Nos dicen por ejemplo que:
      ·     Un director general de un banco muy conocido cobra diez millones de euros al año.
      Un banco es una empresa privada: no nos concierne para nada.
      Y además como paga de impuestos al Estado la mitad de lo que gana mejor porque así ganamos todos.
      ·     Cuánto cobra un determinado futbolista libre de impuestos.
      Sin embargo, debemos estar contentos porque es la mejor inversión que ha hecho el equipo porque lleva el nombre  de la ciudad a todos los rincones del mundo… y si vende camisetas es igual que ni siquiera juegue al futbol.
      Además lo pagan las televisiones y los que van al campo y para todos los demás es gratis.
      ·    A un determinado actor o cantante que le pagan no sé cuántas porradas por llevar la imagen de no sé qué por el mundo.
      Pero lo hace por el amor tan grande que tiene por su tierra.
      Y además ha hecho una gran rebaja en su caché.
     
       Sin embargo todas esas cifras las acabamos pagando entre todos.
      Todo es dinero y es la parte social más numerosa la que de una manera u otra lo, directa o indirectamente, acaba pagando todo: al director del banco, los impuestos al Estado, la ficha del futbolista, al actor, al cantante, a todos con una lluvia fina de cargos y cargas con la que nos cargan y todo sale del trabajo de unos pocos sin que sea mejor para ninguno de ellos.
       Porque en este sistema está todo comunicado.
      Y el elemento con el que se comunica es el dinero.