En el mes de julio del año 1978 estaba cumpliendo con
el servicio militar en el Centro de Instrucción de Reclutas en la localidad
Marines en la provincia de Valencia. Uno de los días en los que dejaba las
armas porque me tocaba servicio, me destinaron a asistencia de obras y me
hicieron presentarme en un taller tipo herrería. Por algún lugar había quedado
mi condición de herrero. Me presenté y me encomendaron un pequeño trabajo: allí
había una mesa de formica a la que había que soldar una de las patas que se le
había roto de algún golpe. Tenía que arreglarla para que volviera a ser de
utilidad. Puse la mesa tripa arriba, encajé la pata en su sitio y le eché un
punto de soldadura. Me levanté para comprobar que estaba alineada con las otras
tres y terminar de soldarla, cuando alguien vino por detrás y le dio un pequeño
golpe y la volvió a arrancar de su sitio y la pata cayó al suelo:
Escucha chaval ¿a ver qué haces…? porque con la mesa
tienes que tener para todo el día… ¡Vamos, hala, ven a almorzar con nosotros….!
Al parecer, aprender hacer la guerra para que no haya
guerras era eso: ejercitarse en ver pasar el tiempo vivir del cuento y si a
alguien le parece mal entonces montamos una guerra de verdad para
entretenernos. Teníamos de General de la región militar a Millán del Bosch y
Ussia.
Como hemos podido comprobar en capítulos anteriores
hay trabajos, profesiones inútiles, labores y tareas que no sirven socialmente
para nada aunque su necesidad se haya creado hasta dar la apariencia de que son
oficios naturales que se han cultivado a lo largo de la historia.
Algunos de estos sectores incluso han construido la
historia.
Es fácil llegar a hacer una lista de sectores de
producción inútiles. Una relación con la que casi todas las almas que tratan de
pensar en el bienestar social estarían de acuerdo y que cuando se recitan,
siempre hay una voz que a falta de argumentos acusa ese sentir de demagogia.
Fabricación de armas.
Producción de drogas.
Redes de extorsión.
La tauromaquia.
Todos estos sectores aportan millones de empleos.
Pero no son sectores baladís aunque sean algunos de
los que no voy a argumentar en contra en estas páginas puesto que ellos mismos
se califican y descalifican a quienes los defienden.
Voy a tratar de hacerlo más difícil y voy a poner un
ejemplo de una producción absolutamente inútil: la producción de vino
Un sector de la agricultura que forma parte de la
conciencia y la cultura del mundo occidental, no cabe duda de: porqué ya se
hacía apología de esta droga en la novela sagrada. Una tradición que lleva un
virus que desgracia familias sin que parezca importar y que tiene una gran
afición y predicamento entre la población en general.
Es una provocación trazar la raya de su inutilidad.
No quiero entrar al aspecto que tiene el vino de droga
legal pero que desgracia a un porcentaje importante de la población causando y
alimentando la enfermedad crónica del alcoholismo.
Vamos a ver cuánto trabajo evitaríamos si no
tuviéramos esa necesidad tan trivial y estúpida de tener una botella de vino en
la mesa haciendo una relación somera de trabajo que conlleva:
- Preparar la tierra cada año para la primavera.
- Mientras fluye la savia en su interior, mantener la
viña limpia de hierbas parásitas y de las plagas que cada año la amenazan y
lejos del campo de cultivo preparar químicos para ayudar en estas tareas.
- Recoger la cosecha en su punto de madurez justo, en
cuatro días, en un esfuerzo humano explosivo.
- Podar las parras para que en la primavera vuelvan a
brotar.
- La construcción de bodegas con las que recepcionar las
uvas y con las que procesar su zumo. Bodegas que en las últimas décadas tienen
el coste de los palacios y mantenerlas abiertas todo el año.
- Pero el vino en las bodegas se guardan en toneles y
los toneleros también utilizan cantidades ingentes de trabajo desde que la
madera está en el bosque y los aros de hierro en la mina hasta que llegan los
toneles a la bodega.
- Y el vino hay que traspasarlo a las botellas y a los
botelleros se les adjudica de nuevo una parte importante de trabajo con el
vidrio y el corcho y el papel de la etiqueta y el reciclaje que se requiere del
envase de vidrio tras ser consumido.
- La red de vendedores de vino es tan tupida y extensa
que el número de horas de trabajo que se ahorraría la sociedad con ese trasiego
de comprar y vender es incalculable.
- Y si nos detenemos a pensar en la vinoterapia. ¿Cómo
se puede ofrecer un trabajo que satisfaga las necesidades humanas con semejante
mamarrachada…?
Con este trabajo inútil a todas luces se puede llegar
a que: por una botella de vino que se puede beber en cuatro tragos haya
quien pague más que lo que se paga por
el trabajo de una persona de un mes y hasta de un año. Así se mide lo fatal de
la estupidez humana.
Por qué no serán ilegales actos como éste.
Como este sector hay muchos sectores normalmente
inútiles.
En los últimos años, se han creado sectores inútiles
de principio a fin con las miles de ideas o ilusiones que ha tenido la gente en
general y la emprendedora en particular. Sociedad y personas que han sido
animadas por muchas de las circunstancias y anhelos que ya se han referido en
esta obra, con la vana excusa de buscarse la vida y crear empleo, pero con la
idea final de alimentar el sistema y que cada uno de los factores que
intervienen en la economía puedan tener sus emolumentos. Se da la paradoja de
que pasado poco tiempo casi todas estas ideas peregrinas han ido a parar, no a
beneficio de inventario sino a cantidades ingentes de trabajo inerme convertido
en basura.
Incluso para ir al Himalaya se montan empresas y con
ello se pretende crear puestos de trabajo y generar riqueza con la que subsistir
todo. Vaya trola. Esta ilusión en origen no deja de ser otro invento para
vivir, aunque en destino, sí que pueda ser un trabajo válido que les merezca la
pena a los receptores del turismo.
Alguien me podría explicar para qué sirve visitar
Marte.
El propio Estado es el que más sectores y profesiones
inútiles genera para procurar su propia pervivencia y justificar su necesidad
ante la población. Podría contar muchos casos pero solamente me referiré a lo
que llamo la red de recaudación de eficiencia municipal.
Se realiza a la par que se hace el servicio de
vigilancia.
La otra noche
volvía de trabajar a casa cuando eran las once y media de la noche. En la zona
donde vivo a esas horas es casi imposible aparcar pero casualmente, así como
esperándome, veo un hueco en el que cabe muy bien el coche y que lo puedo
aparcar sin necesidad siquiera de hacer maniobra. Aparco. Cuando la mañana siguiente
salgo a trabajar era poco antes de las nueve y veo que en el limpia parabrisas
del coche tengo un papel amarillo en el que no dudo de que me anuncia de una
denuncia. Pues bien, según dice en la papelina, a las dos menos diez de la
madrugada había pasado por allí delante un policía municipal y me había
denunciado por aparcar en un espacio dedicado al aparcamiento de motos.
Doscientos
euros.
Yo a lo mío: a pensar y darle al bolo que esto es la
vida.
Nunca me había dado cuenta de que allí en ese espacio
estuviera dedicado a que las motos pudieran aparcar, casi podría asegurar que
nunca he visto allí una moto aparcada.
Pero no obstante:
¿A esas horas de la noche qué perjuicio podía hacer mi
coche aparcado en ese sitio…? ¿Es posible que haya una labor municipal que se
desarrolle a las dos de la madrugada buscando coches mal aparcados en un
espacio en el que a ciertas horas es casi imposible aparcar y que además tan
grave error sea castigado con doscientos euros…?
Así, es necesario trabajar tanto para que coman tantos
Si a alguien se le ocurre quemar un billete de cien
euros para ver cómo arde y sentir una experiencia casi religiosa como puede ser
sentirse rico por un instante, está cometiendo un delito.
Si el Estado representado en la comisión de fiestas
quema fuegos artificiales para colmar la estupidez de sus fieles:
¡Ay qué bonito…!
Estas son necesidades que nadie sentimos pero que hay
alguien que se empeña en que sí que nos gustan, y que estamos esperando todo el
año las noches de estas fiestas para ver los fuegos artificiales.
Un sin parar de sectores que mejor si volaran y no
dieran trabajo.
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