viernes, 12 de diciembre de 2014

La insolvencia

       Este sistema está basado en que el dinero no puede dejar de rodar.
      Para ello necesita que existan diversos canales por los que fluya un caudal permanente. Si en alguno de estos canales se abre un boquete el flujo para, y el caudal, en lugar de llevar los intereses correspondientes a sus dueños se esparce en un entorno en el que nadie aprovecha.
       Sucede que siempre hay una parte de la población que no cumple la principal condición canalizadora de que devuelva el dinero que le ha llegado en forma de crédito de cualquier tipo para que el flujo no pare.
       A esa parte de la población que ha parado la corriente, que no ha sido capaz de mantener sano su canal, que no puede seguir en moviendo su noria, cuando los cangilones de su trabajo se han volcado vacíos y el dinero ha ido a parar a un pozo sin fondo del que ya no se puede sacar ni con su propio esfuerzo, cuando las armas del sistema fracasan, entonces se les aplica una condena perpetua que no redimirá mientras viva.
      Es la insolvencia.
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      Son muchas las personas que creyeron que iban a poder montar su propia empresa y crearse su propio puesto de trabajo y que luego las condiciones del sistema y las actitudes sociales no se lo han permitido independientemente del esfuerzo que hayan realizado. Bares, comercios, peluquerías, en fin: pequeños negocios han llevado a muchas personas a las que les habían manipulado desde niños sus conciencias con el deber de trabajar como sea y de su libertad a emprender cualquier negocio, que se arriesgaron con lo desconocido para trabajar y buscarse la vida y que ahora se han visto condenadas a responder económicamente de lo que nunca van a tener por mucho que vuelvan a emprender y trabajar.
       Porque, no hace mucho tiempo, cuando se estaba en la construcción de los pies de barro del sistema, un día, también algunas personas con ambición y ganas de tirar para adelante sin tener que depender de nadie, buen mérito personal, se metieron cargados de entusiasmo al sistema. Se subieron a la rueda con la que pensaron iban a poder hacer rodar su vida y fracasaron y el pilón del sistema los aplastó sin misericordia y ahora andan sin rumbo en medio de un paisaje convertido en irracional.
       Estas personas llenas de confianza en sí mismas y en su intento de hacerse valer, la mayoría de las veces lo hicieron personalmente, sin proteger sus intereses particulares con una sociedad limitada y ni aún a sabiendas de que la solvencia y el riesgo hubiera sido la misma porque le hubieran hecho entonces firmar todo a cuatro manos, pero al menos el parapeto les hubiera servido de alguna defensa:
       ·        Alquilaron un local y el pagaron al rentista.
       Contratos, fianzas, avales, compromiso de estancia.
       ·        Fueron al banco pidieron crédito y pagaron desde el primer día sin darse cuenta de que era un atraco consentido por el Banco de España ante el que quedaban indefensos: comisiones de todo tipo, intereses y gastos y una normativa de exigencia de los impagados inimaginables.
       ·        Pidieron a las autoridades municipales los permisos pertinentes y las correspondientes licencias y apoquinaron: tasas, contribuciones e impuestos, mucho antes de que hubieran empezado la actividad.
        ·        Se asesoraron de aquellos profesionales de los que supusieron que sabían más que ellos, aunque a la hora de la verdad, de sus intereses nada se preocuparon. También les pagaron cuanto les quisieron cobrar.
  Todos los factores se llevaron los suyo.                                           
       Ellos nunca cobraron nada por su trabajo.
       Porque fracasaron, ahora les queda pendiente la deuda que no terminaron de cobrar todos aquellos factores que siempre al amparo de las leyes que los protegen tratan de cobrar lo estipulado de parte. Esta deuda se convierte en una trampa de la que no se puede salir en la vida.
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 Por otra parte: la crisis de las hipotecas particulares y de primera vivienda y la sucesión de los desahucios en todas sus variantes va a dejar un rastro tan difícil de borrar que pasarán dos generaciones y todavía quedaran huellas. La deuda que a muchas personas les han adjudicado después de perder su vivienda es tan grande que no la van a poder pagar ni dedicando toda su vida a ello. No querer hacer la dación en pago con efectos retroactivos como exige la Plataforma Stop Desahucios va a tener unas consecuencias que va a afectar a una parte muy importante de la siguiente generación, al menos a aquella parte cuyos padres no podrán tener ni una cuenta corriente ni una nómina y que ya siendo adolescente, va a sentir la escasez vital irremediable.
      Entre quienes se encuentran en esta situación por unas causas u otras, más todas aquellas personas que les avalaron y que se ven en las mismas circunstancias, se puede calcular que la crisis que no cesa hasta este momento estará perseguido en torno al diez por ciento de la población con requerimientos de los juzgados, por las agencias de cobro dedicadas es estos efectos e incluso por quienes han comprado su deuda en origen a precio de saldo.
       Sin duda para aliviar los males que en el sistema financiero con su deuda están causando los insolventes, el gobierno de Rodríguez Zapatero: aprobó un decreto de 15 de Mayo de 2010 en el que se definía el procedimiento para que las pensiones de jubilación de quienes han sido declarados insolventes, pudieran ser embargadas con arreglo a los importes y límites que determina la ley y que poco a poco se vayan los pobres resarciendo y en todo caso sirva de aviso y escarmiento.
       Lleva toda reflexión a un punto en el que definitivamente divergen los intereses financieros con los ciudadanos y humanos, en el que quizá el único beneficio real es que con estas nuevas ocurrencias y realidades van a cambiar las conciencias de muchas gentes y va a ser más difíciles de manipular prometiendo un mundo de sueños y vanidades.
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       Sin duda son los insolventes los más perjudicados por esta crisis que está disolviendo el sistema. También son los más olvidados socialmente y más todavía si cayeron en desgracia por emprender un negocio.
        Ahora aunque el sistema ya se haya apropiado con todo su neto patrimonial, aunque fuera residual porque las leyes y las prebendas lo avalan y permiten, sin embargo, a estas personas, ya desposeídas, el sistema tampoco les va a perdonar en el futuro tratando de subsistir.
 
  Y serán insolventes toda la vida.
  Y no podrán trabajar de forma reglada en su vida.
  Y como no trabajan no alimentan al sistema y lo sufren.
  Y quedan fuera del sistema.
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      Hay otra parte de la población que: aunque no hayan quedado por insolventes a costas de no haber hecho frente a sus deudas y de haber desistido a pagarlas, sin embargo por otras cuestiones vitales de: edad o de capacidades o de prejuicios, tienen las mismas circunstancias.
       ·      No van a tener trabajo con el que ganarse la vida.
       ·      No van a tener unos ingresos habituales con los que gobernarse.
       ·      Van a tratar de trabajar como puedan para disponer de dinero.
       ·      No van a tener cotizaciones para la jubilación.
       Ya vemos que van a ser muchas las personas que han sido expulsadas del sistema por no tener posibles. Son personas que sin duda tienen tanta dignidad como el resto y tanta inteligencia e incluso, dentro de su impotencia: tanto empuje como pueden tener las demás.
       Creo que las nuevas circunstancias que poco a poco ha de ir determinado la marcha y el deterioro del sistema, aunque esta parte social nunca votará y jamás tocará el poder con sus manos, sin embargo puede tener un protagonismo importante dentro del devenir del futuro.
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       Quizás las mentes claras no han echado las cuentas de que si hay un parte de la sociedad que no alimenta el sistema a base plusvalías, intereses, ahorro, endeudamiento, impuestos etc., el sistema se resiente.
        A la larga este sistema en su perversidad no puede subsistir con una parte de la población de brazos cruzados que no lo alimentan ni tan siquiera consumiendo y teniendo que hacer cargar con más esfuerzos a quienes todavía siguen trabajando para el sistema y que están llegando al punto en el que les sacan de sus entretelas más de lo que pueden aguantar y comprobando que poco a poco hasta parte de esta parte de la población van camino del fracaso y de la insolvencia.
        Además el sistema ya se ha mostrado incapaz de tener a una gran mayoría de la población trabajando y consumiendo y ofreciendo sus esfuerzos hasta la extenuación… es la pescadilla que se muerde la cola y cada día le es más difícil sanar los daños que genera.
        Pero no podemos obviar que la actual realidad dictamina que el compromiso de pago de los endeudamientos es para toda la vida y que los insolventes, en la medida en la que no van a poder pagar su deuda, en la medida en la que no van a poder tener para su vida económica una segunda o tercera oportunidad, si no saldan la deuda de manera real, aunque fuera de la misma forma en la que se saldan o cercenan en las suspensiones de pago o concurso de acreedores, se habrá de limitar el poder del dinero y la necesidad de trabajar o el propio sistema van a ser el primero que por mucho que maniobre no va a conseguir nada.
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