viernes, 21 de noviembre de 2014

Las pensiones

No todas, pero sí la mayoría de las personas más representativas de esa parte de la sociedad que no trabaja y que de alguna manera tiene asegurado su medio de vida sin más obligación que demostrar que sigue viva, tienen una remuneración mensual vitalicia a la que llamamos pensión y que es uno de los logros sociales del siglo XX.
       Dicen que por lo que trabajaron.
       Y por lo que ya pagaron.
       Una verdad a medias.
       Aunque creo que hay mucho que hablar de las pensiones, no trato de poner en cuestión un sistema que garantiza el derecho de jubilación que lleva casi un siglo siendo más o menos eficiente y que trató de conseguir con un acuerdo social tácito por el que cada generación sostiene a la generación anterior como a ésta sostendrá a la siguiente, y que así: no fuera necesario tener hijos que en cada ámbito familiar asumieran la obligación de sostener a los progenitores conforme fueran envejeciendo.
       Vista así esta idea parece estar a punto de fracasar.
       Todo ha cambiado mucho pero nada ha cambiado.
        Los hijos propios o ajenos han de pagar la pensión.
        Los nietos también nos habrán de pagar la pensión.
        Si los tenemos.

 
       Una nueva realidad se ha compuesto.
       Cuando fueron concebidas las pensiones como un derecho con vocación de universal, nacieron en medio de una estructura de la pirámide social en la que la población mayor siempre era mucho menor que la población joven. En esos tiempos al parecer hicieron pocas cuentas y previsiones porque lo importante era establecer el sistema y recorrer un camino que fuera mostrando el futuro.
       El futuro y la pirámide poblacional ha cambiado en los últimos años debido entre otras causas a:
       ·      Los avances de la medicina,
       ·      La atención y prevención médica gratuita a toda la población.
       ·      La calidad de vida en algunos aspectos muy cotidianos.
       ·      Las mejoras en las condiciones de trabajo.
       ·      Una bajada de la natalidad difícil de pronosticar.
       Ahora la parte alta de la pirámide se ha truncado más de lo que permiten las condiciones generales en las que se planteó el sistema de pensiones y se ha ampliado ocupada por las personas de mayor edad. Por el contrario la base donde se cuenta a los más jóvenes se va reduciendo y para mayor mudanza la altura que significa la esperanza de vida va creciendo. Por lo tanto el mantenimiento del sistema no puede estar soportado solamente por las rentas del trabajo y por el esfuerzo de quienes trabajan sino que hay que modificarlo en toda su concepción.
       Esta realidad no ha cogido a nadie por sorpresa.
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       A las pensiones les llegan sus recursos por varios cauces:
       ·      Las que provienen de la Seguridad Social.
       Son a las que nos referimos y que parecen ser las trascendentes.
       Están basadas sobre todo en la compra de voluntades que tiene el sistema y que premia a quien más ha trabajado y más ha ganado en el tiempo que ha trabajado y limosna a los que viven en la subsistencia.
       ·      Las que provienen de planes de pensiones privados.
       Estas pensiones las tienen también quienes han ganado lo suficiente como para que regularmente poder apartar cada mes un dinero sobrante de su economía, o bien lo ha apartado la empresa en la que ha trabajado.
       Son aquellas que se iniciaron alimentando el sistema económico actual, y que le interesa que crezca, pues supone coger muchos pocos del ahorro de la sociedad y hacer con ellos lo que se quiera. 
        No se puede caer bajo ningún concepto en esta trampa de la capitalización que es lo que en realidad quiere el sistema: que vayamos ahorrando más todavía durante toda la vida que ya nos guardarán ellos los dineros y el día de mañana nos los devolverán.
         Si la pensión que te queda es baja: pues haber ahorrado más.
         ·      Ingresos más o menos estables de sus propios recursos.
         Provienen de bienes que los mismos jubilados administran.
         Los bienes pueden haber sido heredados, o ahorrados durante su vida laboral y les aportan unas rentas mensuales, vía propiedades, ahorros u otras inversiones. Esta es la pensión de las clases medias.
         ·      Las pensiones de viudedad.
         Son las cenicientas del sistema. No están sujetas al trabajo de quien en principio nació el derecho porque ya ha muerto.
         Siempre se calculan al mínimo.
         ·      Las que aporta el Estado a quienes no tienen otra cosa.
         Esta pensión sea o no sea contributiva que es un derecho reciente de las personas mayores desde el mismo momento en el que lo solicitan. Pensiones a las que accede todo aquel a quien su pensión le ha quedado exigua porque haya trabajado por cuenta propia o ajena, cuentan con muchos años en los que no ha cotizado y no ha cotizado lo suficiente.
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         En la actualidad, sin que nadie se atreva a dibujar qué suponen socialmente las injusticias sociales que mantiene este sistema, y sin querer afrontar un cambio radical de la filosofía después de los grandes cambios que ha habido, las mayores controversias con las que nos encontramos con respecto a las pensiones son:
        ·      Los periodos de cotización que se han de computar para valorar el importe final que va a suponer la pensión a cada beneficiario.
        ·      Los años cotizados para tener derecho al cien por cien de las bases correspondientes a las cotizaciones que marca la ley.
        ·      La edad de jubilación también está sujeta a una edad mínima pero que en algunos casos se determina según los años cotizados.
        Son todo intereses muy particulares en los que cada persona hace acopio de su egoísmo vital y echa sus propias cuentas sin mirar a su alrededor y sin importar cómo les va a los demás.
        Por eso nadie quiere entrar en el fondo de la cuestión.
        Hay muchas voluntades que comprar y muchos votos que contar.
        En los últimos veinticinco años he conocido algunas reformas del sistema de pensiones, con acuerdos globales por parte de todas las fuerzas políticas y sindicales. Todos estos cambios transcendentes siempre se han trazado siguiendo la ideología sindical y dentro del sistema de compra venta de votos al que tan acostumbrados están los políticos y han conseguido que estos trabajadores ahora jubilados pero siempre trabajadores estén cobrando ahora más que cuando estaban trabajando y más que quienes le han sustituido en su trabajo sin que esta circunstancia parezca importarle nada ni nadie.
         Ninguna reforma ha entrado en el fondo de la cuestión.
         Siempre y de nuevo recurren las normas a lo que se ha trabajado.
         Seguir premiando a los afortunados.
         A los que se ha cotizado.
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        Después de todos los aspectos que he explicado de las pensiones:
        ·      Es necesario que en la misma proporción y medida en la que se reduzca el tiempo de trabajo, se ha de bajar el montante de las pensiones que se presta desde el Estado.
        ·      Es necesario que las pensiones altas se reduzcan de manera importante en beneficio de las pensiones más bajas.
        ·      Se unifique una pensión general y que sea además individual.
        ·      Se rompa ese nexo entre el derecho a la pensión a las personas mayores y el trabajo realizado por ellas durante toda la vida.
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      Esta abolición de las pensiones tal y como se entienden ahora, puede ser uno de las caras más difíciles de entender de esta obra, pero quienes han trabajado durante toda la vida han de ser conscientes de que:
       ·        A pesar de la dificultad que entrañan saber cuanto a trabajado cada cual. sus derechos se establecieron sobre la premisa de que el trabajo era un derecho universal garantizado en el que incluso se cotizaba cuando se estaba con el subsidio de desempleo y no ha sido así.
       ·        Que ni los que trabajaron antes, ni los que trabajan ahora, pagan en la misma proporción en la que está previsto que cobren.
       ·        Las cuentas, sin ninguna duda que un tanto a su favor, las hizo una generación que ha montado un gran soufflé económico y sin que las generaciones posteriores pudieran cuestionarlas ni repasarlas.
       ·        No pueden exigir a las generaciones venideras con su trabajo: un esfuerzo casi tres veces superior al que tuvieron que hacer los actuales jubilados con las generaciones que les precedieron.
       Es necesario implantar un salario mínimo que a cierta edad sea universal exentamente de lo que se haya trabajado, ni en qué sector se haya hecho y que a todos le garantice una dignidad mínima en sus vidas.
        Es fácil y necesario ampliar el montante de las pensiones.
        El salario social se ha de ampliar y extender de tal manera que las necesidades básicas de asistencia y sanidad se cubran por completo.
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